RUSIA El denostado legado de Gorbachov
Los rusos menosprecian al presidente soviético 25 años después de su llegada al poder.
Rusia parece haber llegado de nuevo a una encrucijada y surge otra vez el eterno debate sobre si la modernización que preconiza el presidente Dmitri Medvédev exige acelerar o no las reformas, sobre si se necesita o no una mayor democracia. En medio de ésa discusión, no demasiado activa porque Vladímir Putin cercenó hace tiempo el libre pensamiento, se alza el clamor de la fundación que dirige el ex presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, en pro de devolver a los rusos las libertades que les fueron arrebatadas en los últimos 10 años.
El antiguo líder comunista recrimina a Putin y Medvédev el haber «monopolizado» el poder en Rusia. Gorbachov fue nombrado al frente del Estado soviético el 11 de marzo de 1985, hace ahora 25 años, lo que dio comienzo según los historiadores a la era de la «democratización», la «perestroika» (reformas) y la «glasnost» (transparencia y libertad informativa).
Durante los actos celebrados en su fundación con motivo de la efeméride, afirmó que «la perestroika mostró que es imposible la democracia sin 'glasnost'» y añadió que «actualmente, vemos cómo esas libertades se restringen recurriendo a cualquier medio». El ex presidente soviético lamenta que parte de su legado se haya echado por tierra.
Lo desconsolador es que, probablemente, las palabras de Gorbachov vuelvan a caer en saco roto. Mientras fuera de Rusia se le sigue reconociendo como una figura de gran relieve, dentro carece de credibilidad y se le percibe como el principal responsable de la desintegración de la URSS y de las penurias económicas que precedieron y sucedieron a aquella hecatombe.
Un sondeo que acaba de publicar el centro sociológico moscovita Levada indica que el 47% de los encuestados detestan a Gorbachov contra un 13% que lo apoyan. La palabra perestroika provoca nauseas en el 66% y un 19% creen que aportó más cosas positivas que negativas.
«Lo que hizo Gorbachov se contempló al principio como un intento de salvar el régimen comunista mediante su transformación, pero quedó demostrado que era irreformable y se autodestruyó», opina el que fue consejero del Kremlin, Georgui Satárov. Según su punto de vista, el mérito que hay que reconocer al ex presidente soviético fue «que no trató de resistirse a la lógica de los acontecimientos históricos, lo que hubiera podido tener consecuencias trágicas».
Otro politólogo, Alexánder Konoválov, presidente del Instituto de Valoraciones Estratégicas, asegura que, observando lo ocurrido en Yugoslavia tras su desintegración, «la URSS podía también haberse ahogado en sangre si Gorbachov no hubiera admitido deportivamente su derrota política ante Yeltsin».
Muchos aprecian la contribución del último dirigente soviético a la democratización del país. Las primeras elecciones realmente libres tuvieron lugar bajo su mandato. Con Gorbachov, la ciudadanía empezó a viajar al extranjero, algo que había estado prohibido para la mayoría durante toda la época comunista. La 'glasnost' trajo por primera vez la libertad de prensa y de palabra. La ley de cooperativas facilitó el tránsito hacia la libre empresa y la propiedad privada. Fueron rehabilitadas las víctimas de la represión estalinista. En política exterior, Gorbachov hizo posible la distensión, el desarme, el final de la guerra fría, la caída del Muro de Berlín, la reunificación alemana y la retirada del Ejército Rojo de la Alemania del Este y de Afganistán.
Capitulación en la guerra fría
Para sus detractores, sin embargo, muchas de esas decisiones fueron erróneas. El actual senador y ex jefe del Gobierno soviético, Nikolaí Rizhkov, considera que Gorbachov debió exigir que la Alemania reunificada no fuera miembro de la OTAN. La columnista rusa de extrema izquierda, Natalia Morózova, califica de «catástrofe» la llegada de Gorbachov al Kremlin. Para ella, «Moscú capituló en la guerra fría y dejó a EEUU como única potencia mundial». Los rusos tampoco le perdonan la campaña que lanzó en contra el consumo de alcohol en mayo de 1985.
Pero el ex presidente soviético tiene asumidas todas las críticas y ataques que se le han hecho por su antigua política.
Hasta sabe, según sus propias palabras, que «nadie es profeta en su tierra». Dice no arrepentirse de nada. «Las reformas que emprendí eran la única forma de hacer viable el sistema soviético», proclamaba hace unos meses durante una conferencia.
El periodista ruso, Leonid Mlechin, echaba esta semana un cable al ex líder soviético en el diario 'Moskovski Komsomólets' señalando que «cuando fue nombrado secretario general, el país estaba ya al borde del abismo. Todos confiábamos en que él nos salvaría, pero no fue así y ahora se pide a Gorbachov que responda por todos los fracasos». «¿No sería más honesto echar la culpa también a sus predecesores, que fueron los que realmente metieron a la URSS en un callejón sin salida?», se pregunta Mlechin. Colpisa
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