WASHINGTON LE LLAMA A CONSULTAS POR UNAS DECLARACIONES
El insolente jefe de la OTAN en Afganistán vuelve a poner en un aprieto a Obama.
El general Stanley McChrystal durante una rueda de prensa en Kabul (Reuters).
@Ángel Martínez.- 23/06/2010 (06:00h)
Un lenguaraz; un díscolo; un guerrero solitario que se ha enfrentado en innumerables ocasiones a las estrellas de la Administración Obama. La discreción nunca ha sido una de las virtudes del general Stanley McChrystal, jefe de la OTAN en Afganistán y artífice de la nueva estrategia de EEUU en la guerra. Pero su última perla -una serie de críticas y descalificaciones vertidas contra el presidente y sus principales asesores en un artículo de la revista The Rolling Stone- ha desatado una tormenta política que podría costarle el puesto. La Casa Blanca le ha convocado de urgencia; su destino se decidirá hoy durante una reunión en la que “deberá explicar al Pentágono y al comandante en jefe sus declaraciones entrecomilladas sobre colegas que aparecen en la entrevista”, según un portavoz de Washington no identificado.
Barack Obama está listo para descargar toda su cólera. En el artículo, que verá la luz el próximo viernes, McChrystal afirma que se sintió “desilusionado” tras su primer encuentro con el mandatario, a quien encontró “intimidado” y “desconocedor” de la coyuntura en el teatro de operaciones. También ridiculiza a Joe Biden -“¿Quién es ese?”, pregunta, tras ser interpelado sobre el vicepresidente-, critica al secretario de Defensa Robert Gates y al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el almirante Mike Mullen, y tacha de “payaso” al asesor de seguridad James L. Jones.
Suficiente para un cese inmediato. Sobre todo con Gates a la cabeza de Defensa, un duro entre los duros que no dudó en destituir al predecesor de McChrystal, David McKiernan, porque sus tácticas convencionales no lograban sofocar la violencia. Personalidades influyentes en Washington, demócratas y republicanos, demandan a gritos su destitución. Y si McChrystal no fuese el brillante estratega que parece ser y la guerra no suscitase cada vez más dudas, su suerte sería muy distinta.
El general fugitivo
El momento es delicado. El cese del jefe de las fuerzas estadounidense sobre el terreno implicaría una ruptura en la estrategia de refuerzos desarrollada por McChrystal, quien con una serie de ofensivas ha logrado evitar una derrota que muchos consideraban inminente. Sería también un duro golpe moral. Asimismo, la operación lanzada a comienzos de año sobre la región de Marja no ha dado los frutos esperados mientras que la publicitada ofensiva contra el feudo de los talibanes de Kandahar deberá retrasarse. Un reciente informe de la ONU asegura que la violencia ha crecido en los últimos cuatro meses y que los insurgentes tienen cada vez mayor capacidad para ocupar localidades dispersas en el sur y sureste del país. Si el curso de la guerra no cambia, Obama no podrá cumplir su promesa de comenzar la retirada en un año.
Nunca ha habido química entre el general y el inquilino de la Casa Blanca. La presión excesiva que ejerció McChrystal para que Washington aprobase el refuerzo de 30.000 hombres que demandaba provocó un primer encontronazo con el presidente. Tampoco ha escatimado en críticas hacia la actuación de la ISAF y el desconocimiento de las tropas internacionales de las dinámicas internas del país.
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