FERNÁNDEZ DÍAZ LO RECONOCIÓ EN EL CONGRESO
El PP sabía desde 2000 que EEUU espiaba "millones de llamadas oficiales" en España
El embajador de EEUU en España, James Costos, al llegar este lunes a la entrevista convocada por el Gobierno (EFE)
José María OlmoTwitter de José María Olmo
El Gobierno ha mostrado su sorpresa y malestar por las filtraciones que han desvelado un espionaje sistemático y masivo de Estados Unidos a España y ha convocado al embajador de Washington en Madrid, James Costos, para transmitirle su inquietud. Pero el Ejecutivo finge su reacción. Desde hace al menos 13 años, los populares tienen constancia de que los servicios de inteligencia estadounidenses han estado espiando comunicaciones “oficiales” en España. En concreto, el Gobierno de José María Aznar reconoció el 15 de junio de 2000 que manejaba “indicios” que probaban la “existencia real” de una red estadounidense de vigilancia que incluía la interceptación, “cada hora, de millones de comunicaciones oficiales, comerciales y personales”.
Así consta en la respuesta por escrito del Ejecutivo de Aznar a una pregunta del diputado de Izquierda Unida en el Congreso José Luis Centella sobre la actividad en territorio nacional de la red Echelon, el protocolo utilizado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) de EEUU desde los años 80 para acceder a comunicaciones de todo el mundo. Las revelaciones del exagente de la NSA Edward Snowden han desvelado ahora que los programas informáticos que actúan bajo el paraguas de Echelon (o Sistema de Inteligencia de Señales SIGINT) habrían accedido en los últimos meses a datos de líderes de 35 países diferentes, entre ellos España. En sólo un mes, el software de la NSA habría interceptado 60 millones de llamadas telefónicas con origen o destino en territorio español, según El Mundo.
Detalles sobre su funcionamiento
La contestación parlamentaria del Gobierno de Aznar a la pregunta de Centella –que en la actualidad también ocupa un escaño en representación de IU– llevó la firma del entonces secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, el actual ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. El Ejecutivo no sólo reconoció que manejaba datos que demostraban la existencia del espionaje a España, sino que ofreció numerosos detalles sobre el modo exacto en que operaba. “La característica principal de Echelon es que se trata de un sistema de satélites unidos por una serie de bases terrestres (…) que, tras recibir las informaciones, las almacenan en un grupo de ordenadores en red”, explicó entonces el Ejecutivo. “Dicho sistema permite interceptar indiscriminadamente todas las comunicaciones que se transmitan por cualquier sistema”, admitió.
La respuesta del Gobierno no ahorró en detalles. “Los procedimientos técnicos por los que las agencias referidas obtendrían la información incluirían desde interceptaciones realizadas por satélites de comunicaciones Intelsat hasta las que pudieran practicar pequeños submarinos en cables submarinos”, añadió el Ejecutivo. “Según parece, el sistema de trabajo estaría formado por una intrincada red de antenas, estaciones de escucha, radares y satélites, distribuidas por todo el mundo y disponiendo de sofisticados ordenadores con sistemas de traducción de idiomas, reconocimiento de voz y búsquedas por diferentes métodos, destacando el sistema que detecta palabras clave, que son introducidas previamente en el ordenador, de forma que una vez detectada una de estas palabras se graba toda la conversación que es posteriormente analizada”. Snowden ha confirmado más de una década después esta información, pero no consta que el Gobierno de Aznar emitiera ninguna queja a EEUU para denunciar el espionaje.
Supuesta sorpresa
La respuesta por escrito de los populares también desmiente el supuesto desconocimiento sobre la materia que alegó Mariano Rajoy la semana pasada para sortear el conflicto que han generado las filtraciones de Snowden. Rajoy optó por convocar este lunes al embajador de EEUU a una entrevista, la solución más tibia de todas las que contempla el protocolo diplomático.
Tras la reunión, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, que no participó en el encuentro por estar de viaje en Polonia, mostró “su seria preocupación” por este incidente con un aliado como Estados Unidos, pero insistió en cuestionar la veracidad de las acusaciones apuntando que, sólo en caso “de confirmarse” las informaciones que han trascendido, podría producirse “la ruptura del clima de confianza” con Washington. Margallo subrayó que el Gobierno “no tiene constancia oficial de este supuesto espionaje”.
Hay pocas posibilidades de que el Ejecutivo consiga la confirmación que busca. De hecho, en 2000, el gabinete de Aznar ya reconoció que “no existe constancia pública y oficial, como es lógico, de estos extremos [las informaciones sobre el espionaje]”. En todo caso, puntualizó, “sí existen indicios que llevan a suponer su existencia real”, y propuso tomar medidas de “ámbito internacional” para prevenir la vigilancia electrónica y garantizar su fiscalización. Esas medidas, sin embargo, no sirvieron para mucho, como demuestran las revelaciones de Snowden.
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