Portugal: más desempleo, más recesión y más deuda un año después del rescate
Duras medidas de austeridad y una mayor presión fiscal hunden la demanda interna y profundizan la brecha social
Hace un año, Portugal era un país en quiebra. Con las arcas públicas agotadas y los mercados acechando sin piedad, el Gobierno socialista de José Sócrates tiró la toalla, pidió el rescate y se entregó al Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, la troika prestamista de 78.000 millones de euros.
«Cumpliremos con los términos del rescate con ajustes más allá de lo exigido», advirtió Pedro Passos Coelho tras ganar las elecciones legislativas (junio del 2011) solo dos meses después de la intervención que le costó el poder a Sócrates.
Hoy, la coalición de centroderecha que lidera Passos gobierna Portugal con escaso margen de maniobra una economía intervenida y pautada desde fuera, bajo la premisa de una austeridad extrema que parece no encontrar límites: supresión de pagas extras a pensionistas y funcionarios, recortes en los subsidios de desempleo, reducción de las indemnizaciones por despido, aumento de las tasas por acudir a servicios sanitarios o supresión del cheque bebé son algunas de las medidas de mayor impacto social aplicadas en los últimos diez meses.
De forma paralela, el Gobierno ha endurecido todavía más la presión fiscal con incrementos del IVA y el IRPF, además de la subida de precios en transporte público, gas, electricidad y carburantes con nuevas cargas impositivas.
El resultado es bastante descorazonador. El desempleo ha escalado del 12 al 15 %, lo que supone 100.000 parados más en 12 meses y el pronóstico es que se destruirán 40.000 puestos de trabajo más este año, hasta superar los 700.000 desempleados (Portugal tiene 11,4 millones de habitantes). El producto interior bruto (PIB) ha caído un 2,8 % y la recesión esperada para este ejercicio superará el 3 %.
¿Para qué han servido entonces los 78.000 millones? La ayuda externa ha permitido al país contar con financiación para cumplir con sus compromisos y evitar el riesgo de impago a funcionarios, pensionistas o empresas públicas. Sin embargo, el país no ha logrado reducir la presión de los mercados (con sus títulos a diez años cotizando en el entorno del 12 %, cinco puntos más que hace un año). Un escenario preocupante, ya que el programa de ayuda exterior concluye en el segundo cuatrimestre del 2013 y, a partir de ahí Portugal tendrá que financiarse en el mercado, a no ser que requiera una nueva ayuda, algo que el Gobierno luso da por descartado.
Fernando Medina, ex secretario de Estado de Industria y Desarrollo de Portugal y actual diputado del PS, destaca como elemento positivo de la intervención el acuerdo de estabilidad financiera, pero se muestra pesimista sobre la recuperación de la economía lusa. «Tenemos financiación y no tenemos la preocupación de los mercados, pero el coste económico está siendo muy alto sobre las familias. También es cierto que estamos en el año más difícil, habrá que ver cómo se consolidan los próximos presupuestos», afirma.
¿España es diferente?
Preguntado acerca de las similitudes entre Portugal antes de la intervención y la actual situación de España, el socialista considera que se trata de escenarios diferentes. «España tenía indicadores económicos muy buenos hasta hace muy poco, algo que no ocurría en Portugal, que arrastra una crisis sistémica», explica. «España no necesita rescate, el problema lo tienen que resolver sola, con medidas de austeridad» afirma Medina, que atribuye la actual situación de Europa a «una construcción defectuosa del euro».
José Aser, presidente de la Asociación Gallega de Empresarios en Portugal, con sede en Lisboa, explica que la intervención de la troika ha servido para sanear las cuentas públicas, pero ha perjudicado seriamente el consumo. «Portugal estaba gastando más de lo que ingresaba, y había que poner orden, pero la caída de la demanda interna es muy fuerte», afirma.
Consulta médica más cara
Una consulta normal pasa de 2,5 a 5 euros, y una urgencia, de 8,5 a 15 euros.
Sin pagas extras
Funcionarios y pensionistas cobran 12 pagas, dos menos.
Despido más barato
La indemnización cae de 33 a 20 días. Menor prestación por desempleo.
Subida del IVA y el IRPF
Del 13 % al 23 %, el primero en hostelería y en múltiples productos alimenticios.
Menos altos cargos
Supresión de un 15 % en ministerios y empresas públicas.
Portugal: más desempleo, más recesión y más deuda un año después del rescate
Duras medidas de austeridad y una mayor presión fiscal hunden la demanda interna y profundizan la brecha social
Hace un año, Portugal era un país en quiebra. Con las arcas públicas agotadas y los mercados acechando sin piedad, el Gobierno socialista de José Sócrates tiró la toalla, pidió el rescate y se entregó al Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, la troika prestamista de 78.000 millones de euros.
«Cumpliremos con los términos del rescate con ajustes más allá de lo exigido», advirtió Pedro Passos Coelho tras ganar las elecciones legislativas (junio del 2011) solo dos meses después de la intervención que le costó el poder a Sócrates.
Hoy, la coalición de centroderecha que lidera Passos gobierna Portugal con escaso margen de maniobra una economía intervenida y pautada desde fuera, bajo la premisa de una austeridad extrema que parece no encontrar límites: supresión de pagas extras a pensionistas y funcionarios, recortes en los subsidios de desempleo, reducción de las indemnizaciones por despido, aumento de las tasas por acudir a servicios sanitarios o supresión del cheque bebé son algunas de las medidas de mayor impacto social aplicadas en los últimos diez meses.
De forma paralela, el Gobierno ha endurecido todavía más la presión fiscal con incrementos del IVA y el IRPF, además de la subida de precios en transporte público, gas, electricidad y carburantes con nuevas cargas impositivas.
El resultado es bastante descorazonador. El desempleo ha escalado del 12 al 15 %, lo que supone 100.000 parados más en 12 meses y el pronóstico es que se destruirán 40.000 puestos de trabajo más este año, hasta superar los 700.000 desempleados (Portugal tiene 11,4 millones de habitantes). El producto interior bruto (PIB) ha caído un 2,8 % y la recesión esperada para este ejercicio superará el 3 %.
¿Para qué han servido entonces los 78.000 millones? La ayuda externa ha permitido al país contar con financiación para cumplir con sus compromisos y evitar el riesgo de impago a funcionarios, pensionistas o empresas públicas. Sin embargo, el país no ha logrado reducir la presión de los mercados (con sus títulos a diez años cotizando en el entorno del 12 %, cinco puntos más que hace un año). Un escenario preocupante, ya que el programa de ayuda exterior concluye en el segundo cuatrimestre del 2013 y, a partir de ahí Portugal tendrá que financiarse en el mercado, a no ser que requiera una nueva ayuda, algo que el Gobierno luso da por descartado.
Fernando Medina, ex secretario de Estado de Industria y Desarrollo de Portugal y actual diputado del PS, destaca como elemento positivo de la intervención el acuerdo de estabilidad financiera, pero se muestra pesimista sobre la recuperación de la economía lusa. «Tenemos financiación y no tenemos la preocupación de los mercados, pero el coste económico está siendo muy alto sobre las familias. También es cierto que estamos en el año más difícil, habrá que ver cómo se consolidan los próximos presupuestos», afirma.
¿España es diferente?
Preguntado acerca de las similitudes entre Portugal antes de la intervención y la actual situación de España, el socialista considera que se trata de escenarios diferentes. «España tenía indicadores económicos muy buenos hasta hace muy poco, algo que no ocurría en Portugal, que arrastra una crisis sistémica», explica. «España no necesita rescate, el problema lo tienen que resolver sola, con medidas de austeridad» afirma Medina, que atribuye la actual situación de Europa a «una construcción defectuosa del euro».
José Aser, presidente de la Asociación Gallega de Empresarios en Portugal, con sede en Lisboa, explica que la intervención de la troika ha servido para sanear las cuentas públicas, pero ha perjudicado seriamente el consumo. «Portugal estaba gastando más de lo que ingresaba, y había que poner orden, pero la caída de la demanda interna es muy fuerte», afirma.
Consulta médica más cara
Una consulta normal pasa de 2,5 a 5 euros, y una urgencia, de 8,5 a 15 euros.
Sin pagas extras
Funcionarios y pensionistas cobran 12 pagas, dos menos.
Despido más barato
La indemnización cae de 33 a 20 días. Menor prestación por desempleo.
Subida del IVA y el IRPF
Del 13 % al 23 %, el primero en hostelería y en múltiples productos alimenticios.
Menos altos cargos
Supresión de un 15 % en ministerios y empresas públicas.
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