El estallido social en Grecia amenaza con convertirse en una crisis política en la UE.
Unos agentes de la Policía antidisturbios cargan contra un grupo de manifestantes (Efe).
La crisis internacional comenzó siendo de carácter financiero. A continuación se trasladó a la economía real. Y, por último, ha estallado en términos de riesgo país. Ahora, sin embargo, amenaza con convertirse en una crisis política. Sobre todo después de los graves sucesos ocurridos ayer en Grecia, donde tres personas fallecieron a causa del incendio provocado en un edificio del centro de Atenas por manifestantes que protestaban contra las medidas de austeridad del Gobierno Papandreu.
Se trata de un hecho sin precedentes en Europa en mucho tiempo, y de ahí que algunos analistas hayan comenzado a poner en cuestión la dura medicina que le han impuesto a Grecia tanto el FMI como la Unión Europea a cambio de prestarle 110.000 millones de euros en tres años (recortes de salarios y pensiones o una brutal subida de impuestos indirectos). Por primera vez, se alzan voces que critican abiertamente la intensidad del ajuste, y ayer el propio Zapatero se desmarcó de quienes quieren hacer “drásticos recortes” que, en su opinión, ponen en jaque la recuperación económica, y condenan a los países concernidos a un largo periodo de contracción económica.
Kenneth Rogoff, antiguo economista jefe del FMI, ha recordado en declaraciones a la BBC que comienzan a existir entre paralelismos entre la situación griega y la argentina de los primeros años 2000. “En Argentina, los rescates del FMI sólo retrasaron un final que terminó con una cesación de pagos extremadamente traumática", aseguró Rogoff.
En 2001, Argentina cerró un acuerdo de unos 40.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, la banca acreedora, las aseguradoras y el Reino de España para evitar una suspensión de pagos. Pero en diciembre de ese mismo año, el país tiró la toalla y declaró el temido default, término que se había convertido en uso corriente en el nivel nacional. Aquella crisis acabó siendo de naturaleza política.
En esta línea se manifiesta el analista Janis A. Emmanouilidis, del European Policy Centre, para quien “un estallido importante de malestar social en Grecia o en otra parte podría afectar al público más general de la UE de maneras diversas e impredecibles”. Como una especie de premonición, Emmanouilidis recordaba hace unos días en este artículo que Grecia “ya fue testigo de estallidos de violencia en su historia reciente”, y aunque continua ”estando lejos de un estallido radical, no se puede excluir la posibilidad de reacciones feroces en las calles de Atenas o en otras ciudades importantes”.
No se trata de un análisis tremendista. La propia Angela Merkel sostuvo ayer ante el Parlamento alemán que “la suerte de Europa estaba en juego, en la crisis más seria en los 11 años de historia de la moneda única”. Otros países de la zona euro, recordó, podrían sufrir la misma suerte a menos que el rescate internacional a Grecia tenga éxito.
‘Hay que contener el fuego griego’
“Para salvaguardar la recuperación económica, que sigue siendo de frágil, es absolutamente esencial contener el fuego en Grecia para que no se vuelva un incendio forestal y una amenaza para la estabilidad financiera y la Unión Europea y toda su economía", dijo por su parte el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, Olli Rehn.
Y es que el calendario de consolidación fiscal aprobado por la UE comienza a ser una dura losa para algunos países, hasta el punto de que si se cumplen las previsiones publicadas por Bruselas, naciones como España o el resto de países mediterráneos tiene por delante un duro periodo de sacrificio. La Comisión Europeo estimó ayer que en 2011 la economía española se contraerá un 0,4%, pero es que en 2011 tan sólo crecerá un 0,8%, lo que explica que al menos durante los dos próximos años la tasa de desempleo seguirá rondando el 20% de la población activa.
La causa de tan prolongado periodo recesivo tiene que ver con la contracción del consumo público, que en 2010 aún crecerá un 0,2%, mientras que un año más tarde caerá un 1,2%, lo que significa que el gasto público tendrá un comportamiento procíclico. Ahondará más la recesión, aunque probablemente de manera inevitable. Pese a ello, el déficit presupuestario todavía representará el 8,8% del PIB ese año, lo que tiene mucho que ver con las dificultades de España para aumentar la recaudación fiscal. Bruselas calcula que los ingresos públicos apenas representarán un 35,9% del PIB el año 2011, más de ocho puntos por debajo de la eurozona.
Este largo periodo de ajuste va a ser común a los países mediterráneos. Y no parece ser una casualidad que los únicos tres países que crecerán por debajo del 1% el año próximo (después de tres años de recesión) serán España, como se ha dicho, Grecia y Portugal. Un -0,5% en el primer caso y un 0,7% en el segundo, frente al 1,5% que aumentará la actividad económica en la zona del euro.
Tiempos duros, por lo tanto, y eso puede explicar que algunas formaciones políticas se opongan a la medicina del ajuste. Incluso en Grecia, como ayer revelaba la prensa helena. Nueva Democracia, el partido del anterior primer ministro y responsable del colapso del suicidio económico griego con su manipulación de datos y su enorme capacidad de gasto público, ha anunciado que votará en contra del recorte. ¿Qué significa esto? Pues que el Pasok, el Partido Socialista, tendrá que correr en solitario (160 de los 300 escaños del Parlamento) con el desgaste político del ajuste, presionado por su derecha y por la izquierda comunista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario